terça-feira, 26 de junho de 2012

¡SEÑOR MÍO JESUCRISTO! ¿CÓMO PUEDO AFIRMARLO?




Soy capaz de decirlo cuando veo el hombre no solamente desde sus dimensiones parciales (alguien que trabaja, que juega,  que sufre, se angustia, se relaciona), sino a partir de una visión más profunda. Cuando lo comprendo como un ser capaz de auto trascenderse, de superarse a si mismo apoyado en  un fundamento mayor que le otorga sentido a su existir, a todas sus acciones, al lugar que ocupa en el mundo…

Cuando admito que el conocimiento humano es objetivo y válido, y, que el mundo exterior existe. Esto permite que admita ciertos tipos de conocimiento que van más allá de lo empírico (de lo que es evidente y demostrable por las ciencias exactas). De esta manera puedo aceptar argumentos racionales que son plausibles y que apuntan a realidades que no puedo descifrar, tampoco dominar de todo, pero que puedo hacer experiencia (queda definir en qué sentido se entiende el término “experiencia”, es decir, aquí me refiero a la experiencia religiosa, existencial).  De esta manera soy capaz de admitir que no poseo un conocimiento total y que, sin embargo es concreto, por ejemplo el saber que me proporciona la fe, que cuando cultivada alarga mi capacidad de conocer. Solamente así puedo abandonarme en Alguien Superior, movido por mi propia voluntad, confirmado por mi racionalidad y ayudado por la gracia a lo largo de todas las etapas de este proceso investigativo. Así, pues, puedo decir que hay una credibilidad en la propuesta del Evangelio, algo que reconozco como plausible. Incluso, pues, que en este tipo de proceso de investigación tiene mucha influencia la inteligencia emocional, donde las motivaciones del individuo juegan papel definitivo. Tras subir algunos escalones uno concluye que aceptar el misterio es la actitud más racional, ¡más inteligente!
Cuando me entero de que Dios no es un problema que pueda ser resuelto por teorías o decisiones pragmáticas, tampoco un impedimento a mi desarrollo personal, sino una ¡realidad-solución! Dios es el mayor motivo por el que logro crecer en humanidad, en profesionalidad, en verdad. Así, no se hace necesario decretar Su muerte para que tenga espacio para existir, pues Él murió en actitud de libertad precisamente para eso… y luego resucitó; con lo cual no me toca la pretensión de anunciar el fin de Su vida por puro capricho, pues en ella me encuentro la mía…

Nenhum comentário: